Hay vidas atravesadas de una manera ineludiblemente marcadas por el arte, ubicadas a un costado de la realidad, sumergidas en aquellas realidades impropias del color, la metáfora, la fantasía, la prestidigitación; realidades que se dejan apropiar por quienes las musas en ocasiones eligen y por temporadas habitan y construyen su morada. Una de esas personas fue mi padre.